Pocos hombres han dejado en la historia una impronta tan grande, como la de Muhammad (570-632), el profeta de Allah. Los árabes convertidos a la religión que él predicaba, conquistaron extensos territorios y derrotaron ejércitos de imperios milenarios. Surgió una cultura nueva en la que las viejas tradiciones, se fundieron con las aportaciones árabes. Un nuevo libro sagrado, el Corán, se convirtió en la guía para millones de seguidores. Su biografía cuenta con dos fuentes importantes: el Corán y la Sira de Ibn Ishâq. También incluyeron en sus obras históricas, amplios extractos de la vida del Profeta, Al-Tabari y Al-Waqidi.
Muhammad nació en Makka (Meca) en el año 570. Sus padres eran de condición humilde y su alumbramiento ocurrió dos meses después de la muerte de Abdullah su padre. Fue pues, hijo póstumo. Aun no había cumplido los seis años cuando falleció Amina, su madre. Al quedar huérfano se hizo cargo de él su abuelo y más tarde su tío Abu-Talib. Se dedicó al pastoreo y a acompañar caravanas, hasta que a la edad de veinte años, pasó al servicio de una viuda rica, llamada Jadiya. A los veinticinco años de edad, se casó con Jadiya. De este matrimonio, nacieron cuatro hijas y dos hijos, pero sobrevivió sólo una hija, llamada Fátima.
Muhammad, solía retirarse al monte Hira, para hacer meditaciones religiosas. A la edad de cuarenta años y cuando se encontraba en el monte Hira, haciendo meditación, tuvo las primeras revelaciones. Sucedió durante el mes de Ramadán del año 610 de la era cristiana. Ibn Ishâq, el biógrafo más antiguo del Profeta, menciona como el mismo Muhammad cuenta la experiencia de la primera revelación:
- Citación :
- Una noche, estando yo dormido, vino el ángel Gabriel (Yibril) con un paño de brocado en el que había algo escrito y me dijo en alta voz: “¡Iqrâ’!” (lee) Yo respondí:- no se leer. Entonces me apretó de tal modo con el paño, que creí que era la muerte. Luego me soltó y dijo: - “¡Lee!”. Esta escena se repitió tres veces y por fin pregunté:-¿qué he de leer? Entonces Yibrîl me soltó y me dijo:“¡Lee el Nombre de tu Señor, que ha creado al ser humano a partir de un coágulo! ¡Lee, pues tu Señor es el más generoso, el que ha enseñado con el cálamo, ha enseñado al ser humano lo que no sabía!”. Luego el Ángel se fue y me dejó. Desperté de mi sueño y era como si se hubiera grabado algo en mi corazón. Salí y cuando estaba en medio del monte, oí una voz del cielo que decía:-“¡oh Muhammad, Tú eres el enviado de Allah y yo soy Yibril¡”. Alcé la cabeza mirando al cielo y vi a Yibril en forma de hombre con ambos pies en la línea del horizonte. Me detuve a contemplarle sin avanzar ni retroceder. Me puse a apartar de Él mi vista por todo el horizonte del cielo y no había punto del horizonte donde no lo viese de aquella manera.
Esta escena se quedó grabada en Muhammad, y cuando volvió a su casa, confió a su esposa y a sus más allegados lo ocurrido. Así fue como comenzó la revelación del Corán. Los musulmanes lo recuerdan y lo celebran cada año, una noche determinada del mes de Ramadán. Es la noche del destino (laila al qadr).
Este fue el inicio de una religión, el Islam, que se encuentra recogida en un libro, el Corán, que se formó con las revelaciones que Allah, a través de Yibril, le hizo llegar a Muhammad, durante veinte años. El Islam nació en una sociedad en la que no existía ningún tipo de Estado. Muhammad, predicó una religión que enuncia los deberes del hombre hacia Allah, hacia sí mismo y hacia los demás. Una religión que concierne a todas las manifestaciones de la vida. Abarca al hombre, tanto en su vida individual, como en su vida comunitaria.
Tres puntos doctrinales definen a esta religión: En primer lugar, la existencia y la unicidad de Allah, es decir, un ser divino único, perfecto y eterno. En segundo lugar la afirmación de la creación misma: Allah es creador de todo el universo y de todos los seres que en él existen. El tercer principio se refiere al destino del hombre: toda la historia humana, concluirá el día del Juicio Final y hay que estar preparado para ese día.
Además de estos principios doctrinales, incluye el Corán cinco prescripciones rituales: En primer lugar, el principio fundamental del Islam, el testimonio de la fe islámica, el reconocimiento de la unidad y unicidad de Alláh y del carácter profético de la misión de Muhammad. En segundo lugar, la azala (al salat) que es un acto de alabanza a Allah, que los musulmanes realizan cinco veces al día. El tercer precepto es la limosna (al zacat) que se destina a ayudar a los musulmanes que lo necesiten. La cuarta obligación es la de ayunar durante el mes de Ramadán y por último la peregrinación, al menos una vez en la vida, a la ciudad santa de Makka (La Meca).
Durante los dos años siguientes a la primera revelación, Muhammad guardó silencio respecto a su experiencia. Recibió nuevas revelaciones, pero solo las compartía con su esposa Jadiya y con su primo Waraq Ibn Nawfal. Poco a poco fue predicando y ganando conversos, entre los que se encontraban, su primo Ali Ibn Abu Talib, su amigo Abu Bakr y el joven mercader de la familia de los Omeyas, Ozman Ibn Affan. Fue aumentando el número de seguidores, que en su mayoría procedían de los clanes más pobres y en poco tiempo, unas 70 familias, se convirtieron al Islam.
Al principio, los hombres más poderosos de Makka, ignoraron a Muhammad, pero poco a poco, se sintieron molestos, porque sus predicaciones iban en contra de sus creencias y de sus intereses comerciales y ponían en peligro sus esfuerzos para atesorar riquezas. Creció la oposición, encabezada por Abu Al-Hakam, Abu Sufyan, hombre inteligente y amigo de Muhammad y el pagano Suhail Ibn Amr, que temían que Muhammad estuviera conspirando para hacerse con el liderazgo de Makka. Las relaciones se deterioraron hasta tal punto, que durante dos años se prohibió a los Qurayshies, casarse o comerciar con el clan de Muhammad. Se cree que la muerte de la esposa del profeta, Jadiya, y la ruina económica de algunos musulmanes, fueron debidas a estas prohibiciones.
La situación se estaba haciendo insostenible, así que Muhammad se mostró dispuesto a recibir a una delegación de jefes de tribus de Yatrib, una población agrícola situada a unos cuatrocientos kilómetros al norte de La Meca. En esta ciudad, varias tribus tenían problemas de convivencia y pensaron que las ideas que predicaba el Profeta, podían ser la solución. Los enviados de Yatrib, que se entrevistaron con Muhammad, durante el haÿÿ (la reunión anual en la Meca) de 620, se convirtieron al Islam y prometieron a los musulmanes que no lucharían entre sí y que se defenderían unos a otros de los enemigos comunes.
En el año 622 de la era cristina, los musulmanes salieron de La Meca, y se fueron a Yatrib. Muhammad, cuyo protector había muerto hacía poco, estuvo en peligro de ser asesinado antes de que lograra escapar acompañado de su amigo Abu Bakr. La emigración, (hégira o hijra), marca el inicio de la era musulmana, ya que fue entonces cuando Muhammad logró poner en marcha el ideal coránico. La ciudad de Yatrib, se llamó desde entonces, Madinat Al-Nabi (la ciudad del profeta).
Poco tiempo después de la llegada de Muhammad a Medina, se proclamó el edicto conocido como “Constitución de Medina” que en su artículo segundo establecía que ”los creyentes constituyen una comunidad única, distinta de la de los otros hombres” Esto suponía la superación del orden tribal de la sociedad nómada de la Arabia preislámica y establecía los fundamentos de la nueva institución que surgió del Islam, la Umma o comunidad de creyentes, con su ordenamiento jurídico. La Umma, completó las costumbres sociales existentes en Arabia: mantuvo prácticas en materia de propiedad, de matrimonio y de relaciones entre miembros de la misma tribu. Fue un organismo político con significación esencialmente religiosa. Por eso, esta comunidad fue desde sus orígenes un Estado que se transformó en Imperio. Fue una teocracia igualitaria y laica: Teocracia, porque el poder político era detentado por Allah, en el que residía la soberanía y administrado por el Profeta, que había recibido su autoridad y su ley, dependiendo el poder temporal del poder espiritual; igualitaria porque reconoció la igualdad de todos los creyentes; y laica, porque no existía Iglesia ni sacerdocio, sino sólo doctores de la ley, los Ulemas , a los que se consultaban cuestiones religiosas, sociales, jurídicas y políticas, ejerciendo un derecho que pertenece a todo musulmán apto para ello, el de juzgar la conformidad o no de un acto, con la ley promulgada.
Muhammad, construyó en Medina una sencilla mezquita. Era una construcción circular y austera. Tres troncos sustentaban el techo, una piedra señalaba la qibla, o al-qibla (es decir, la dirección de la oración, que se orientaba hacia Jerusalén) y el profeta se encaramaba en un tronco de árbol para predicar. Había también un patio donde los musulmanes se reunían para tratar todos los problemas de la umma, tanto religiosos, como sociales, políticos y militares. Muhammad y su familia, vivían en pequeñas chozas alrededor del patio. Entre las esposas que tuvo Muhammad en Medina su favorita fue Aisha, la hija de Abu Bakr.
Muhammad trabajaba en estrecha armonía con las tribus judías y hacía todo lo posible por acercar el Islam al judaísmo, e incluso introdujo algunas prácticas, como la oración comunitaria de los viernes por la tarde. Pero las relaciones se fueron deteriorando, pues los judíos de Medina, se negaron a reconocerle como auténtico profeta y decían que la época de las profecías ya había pasado. También estaban disgustados porque Muhammad, poco a poco, se iba convirtiendo en una persona influyente. Se sentían degradados y decidieron librarse de él. Era pues evidente para Muhammad que la mayoría de los judíos de Medina jamás se reconciliarían con los musulmanes, por lo que decidió que el salat se hiciese orientados hacia La Meca y no hacia Jerusalén. El cambio de la al-qibla, equivalía a una declaración de independencia. Al apartar la vista de Jerusalén y mirar hacia la Kaaba que no tenía conexión ninguna con el cristianismo ni con el judaísmo, los musulmanes ponían de manifiesto su intención de volver al originario monoteísmo puro de Abraham.
En Medina, los recursos eran escasos y Muhammad y los emigrantes de La Meca, que se habían visto obligados a abandonar sus casas y todas sus pertenencias, no tenían trabajo ni medio de subsistencia, así que decidieron asaltar a las ricas caravanas de comerciantes mequies, lo que les proporcionaba unos buenos ingresos. Muhammad guió a un grupo de musulmanes hasta la costa, para interceptar a una gran caravana mequí. Los quraysíes enviaron un ejército para defender la caravana, pero las tropas de Muhammad que estaban mejor entrenadas, derrotaron a los mequíes en el pozo de Badr. Este triunfo de los musulmanes, tan inesperado, impresionó a las tribus beduinas.
Después de este triunfo, vinieron tiempos de desesperanza para la umma, pues tuvieron que luchar contra los paganos de Medina que querían expulsarlos de la ciudad y contra los ejércitos de Abu Sufya, que desde Makka, había lanzado importantes ofensivas contra los musulmanes, con el objetivo de aniquilarlos. La umma, fue derrotada por los mequíes en la batalla de Uhud, pero dos años después, los musulmanes derrotaron a los mequíes en la batalla de Las Trincheras, llamada así, porque Muhammad protegió a la población cavando zanjas alrededor de Medina. Esta nueva estrategia, provocó la confusión de los qurayshíes y su derrota.
Las tribus nómadas empezaron a admirar a Muhammad y deseaban convertirse en aliados de la umma. Muhammad fundó una confederación tribal a la que se iban incorporando las tribus y que juraban respetarse unos a otros y luchar contra los enemigos comunes. Esto favoreció la supervivencia de la umma.
Muhammad quería conquistar Makka, pero lo quería hacer de forma pacífica, ya que el Corán enseñaba que la guerra no era buena y que los musulmanes debían utilizar todos los medios a su alcance para restaurar la paz. Anunció que él y un millar de seguidores irían a Meca en peregrinación, que irían sin armas y con las tradicionales ropas blancas. Los Quraysíes, que eran los guardianes de la Kaaba, estaban obligados a respetar a los peregrinos, pero mandaron un ejército para que los atacaran antes de llegar a la ciudad. Fracasaron en el intento y los peregrinos llegaron a las inmediaciones de la Kaaba, acamparon en Hudaybiya y esperaron acontecimientos. Ante esta situación, los Qurayshíes se vieron obligados a firmar un tratado con la umma. Este triunfo pacífico de los musulmanes hizo que aumentara considerablemente el número de seguidores.
En el año 630 de la era cristiana, los Qurayshíes violaron el tratado y atacaron a una tribu confederada. Aprovechó Muhammad la ocasión y marchó sobre Makka, acompañado de un ejército de diez mil hombres. Los qurayshíes se asustaron y se rindieron. Conquistó pues Muhammad La Meca, sin derramamiento de sangre. Destruyó los ídolos que rodeaban la Kaaba y la consagró a Allah, el único Dios y dio un significado islámico a los antiguos ritos paganos, vinculándolos a la historia de Abraham, Agar e Ismael.
Cuando murió Muhammad, en el año 632, casi todas las tribus de Arabia se habían unido a la umma y dado que los miembros de la umma no podían atacarse unos a otros, la época de guerras tribales había terminado. Muhammad había conseguido que la paz reinara en Arabia.